sábado, febrero 10, 2007

Pensé, por sobre todo pensé



Yo pensaba que podía amarte
con todas tus noches en vela
o con tus carnes encendidas.
Pensé que mis manos
podían llenarte más que el sexo
y que mi aliento
sería el mejor sabor en tus labios.
Creí que podría sentarme contigo
y envejecer entre olas.
Creí que dejaría mi libertad
solamente para asirme
a tu cuerpo blanquecino.

Tuve la certeza de que navegaríamos juntos
sin más preocupación que un verso;
o que haríamos el amor
en el sexo de América.
Supuse me harías un café
cuando estuviera muerta
o que te lloraría
cuando por fin
abrieras los ojos.
Pensé que mi labio
era agudo
y que tu lengua era un cielo abierto
sin más lluvia que un gemido.
Pensé que éramos
uno
hasta que empecé a escribir
estos versos.

3 comentarios:

Adrián Solís Rojas dijo...

Lo peor ese convencimiento de que tal vez, tal vez quijotizaste demasiado a -en tu caso- a ese Alonso Quijano. Es darse cuenta.

Diantre, no existe nadie tan sublime que al otro día no se le encuentre un fallo, un manía desquiciante, una imperfección en los dientes. O descubrir, que no, no es lo que uno quiere, o no, uno no es lo que se quiere.

PD: Me gusta mucho la foto que pusiste en el profile, más alegre y menos triste que la que tenías antes.

xwoman dijo...

Justo el comentario para esta entrada!

ValentinaCArrozzi dijo...

No hay caso... una y otra vez volverás a escribirlo, porque más valió experimentar esta unidad ilimitada de un instante, que no haberla tocada siquiera. Es un poema hermoso.