De Faunos y Ninfas
Para Nihilego, por su presencia constante...
Cuando estuviste en coma lloré mucho, todos los días llegaba temprano al hospital para acompañarte en tu silencio. Yo no podía hacer mucho y la verdad eso me ponía peor.
Una tarde parecías inquieto, movías los párpados agitadamente. No supe qué hacer. Pensé en que querías hablarme, me alegré imaginando que posiblemente querías hacerme saber que sentías mi presencia, pero luego me angustié pues creí que tal vez sentías dolor, o miedo o culpa. Te apreté la mano. Estaba fría.
Hubo días en los que me parecía no tener más lágrimas. Pensaba que mi llanto era vano que mis palabras de todos los días no daban fruto no servían, nada. En medio de tu crisis, de mi crisis pensé en abandonarlo todo, abandonarnos. Me sentía agotada, pero algo en mí, no sé, algo, simplemente algo me mantenía junto a tu cama, y ¿sabes?, tantas veces pensé que eso no era lo mejor, creí que me estaba enfermando tanto como vos, pero igual, seguía ahí, constante.
Durante mis días de visita salía alrededor de las dos de la tarde para almorzar, de regreso pasaba siempre junto a una venta de libros usados. No leía mucho pero sentía curiosidad por todos esos libros viejos. En especial, desde el primer día, me llamó atención uno muy chiquito, estaba casi perdido entre una montonera de obras sobre temas como la cosmogonía, mitologías y el excentricismo. Luego de un mes de pasar frente a la venta lo tomé. Se titulaba De faunos y ninfas. Me pareció poco original. No tenía una fecha de impresión y del autor nunca había escuchado ni una palabra, ninguna referencia. Sin embargo, eso me atrajo más. El empaste era azul, un azul profundo y en medio, al frente, como en una ventana se observaba fácilmente el dibujo de un enorme árbol, todo verde y sus raíces se imponían severas. Me inquietó. De inmediato pensé en leértelo, por qué no, si en las películas de la vida, los mortales incluso le leían a sus muertos, por qué no te leería a ti que aún respirabas aunque fuera trabajosamente. Algo en ti, lo sabía aún estaba lleno de vida.
Corrí ansiosa hasta tu cuarto, me senté un poco triste de verte encima tanto aparato, tanta frialdad donde siembre hubo calor, fuego.
En la primera parte del libro aparecía una hoja en blanco y en la esquina superior izquierda pude leer una dedicatoria: “Entonces ven, Ninfa, y permíteme esta noche despertar entre tus piernas” Recuerdo que me sorprendió, solté una risita leve pero perversa, de esas que a veces nos gustaba tanto oír y me dediqué a leerte desde el inicio: “Cuenta la leyenda que en tiempos inmemoriales el Cielo y la Madre Mar eran una sola sustancia y un solo ente perdido buscando la risa. Pero, habiendo descubierto el ejemplo dual de nuestra naturaleza sexual, jugaron a ser ninfas y faunos, corriendo uno tras otro, buscando eternamente reunirse una vez más.”
Me atrapó, lo admito, llegó un momento en el cual me interesaba tanto leer como hacerte compañía. Era una conjugación perfecta verte, leerte, recordar tu calor, sentirme ninfa esperando a su fauno, sueños perdidos entre enfermeras y ojos cansados de esperar una reacción, quizás un milagro… Uno de mis pasajes preferidos decía: “El la miraba fijamente, como si nunca hubiera visto ser más poderoso sobre la tierra. Ella bailaba, sus brazos parecían suaves y su cabellera jugaba con la brisa seductora que el amanecer traía desde las enormes regiones del sur. Tenía los pies descalzos pero ella siempre danzaba alrededor de aquel inmenso roble en medio de la maleza. El fauno estaba urgido, celoso y urgido. Deseoso de ella y entre luces que herían la madrugada, no podía evitar excitar sus más íntimas pasiones. Fauno al fin, sentía que aquella ninfa era el alma más pura. Y quiso apoderarse de la omnipotente forma de aquel roble, ser el objeto de amor deseado por aquella sutil criatura. Y en un poderoso conjuro a los dioses quiso volverse árbol en lugar de correr tras su ninfa por el bosque.”
Esa última tarde contigo casualmente terminé el libro y sabes, yo aún no podía imaginar que sería el final. Mi final, tu principio. Sin embargo, desesperada y poco antes del accidente rogué al dios Cielo y a la Madre Mar estar en tu lugar. Ahora soy hija de la noche y como ninfa, de madrugada vengo a rondar el despertar alcanzado de tus ojos tan verdes como aquel inmenso roble.
10 comentarios:
Ya leí lo que usted escribió en mi blog. Sin embargo prefiero lo duro, creo que es una literatura más sincera; por lo menos, de más distintas lecturas o interpretaciones (polisémica). Me gustan los textos con olor a hierro. A mi fauno también y, por cosas antropológicas, a él le gusta el texto recién de faunos, ninfas y estados en coma. Me recordó cuando me operaron de cáncer, yo allí lleno de vida artificial en una cama, entonces mi fauno no existía ni me lo había robado del cine. Gracias por tus textos.
jajajajjaj que genial! ahora otros también quieren ser faunos y estar en coma! o bueno ... es interesante el sentir que la propia vida puede en cierta forma interesarle también a otros, y sentirse identificados con los conceptos, sentires ...
bien, me gusta esto, y me gusta este cuento, y me gustan sus admiradores, amiga. claro que yo soy su fan n°1 jajajajaja.
un abrazo.
siempre es un reto leerte... faunos y ninfas son cosas que me apasionan asi como el fuego fatuo o las hadas... esta magica realidad de tu post te convierte en un ser enigmático, divinidad antigua, seria de otra vida...
Gracias a los tres visitantes! Sus comentarios son provechosos.
Leonardo...eso de admiradores me lo tomo como un halago jocoso. Y bueno, yo SÉ que UD es mi fan y admirador número UNO. Es recíproco!
;)
Por cierto, mi mamá tuvo cáncer, y bueno, fueron días de una coma emocional muy fuerte. Ahora que W. Venegas lo mencionó, recordé esos días. Situaciones duras que que por suerte muchas veces se superan.
:)
Me hizo recordar a ciertas escenas de la peli "Todo sobre mi madre" de Almodóvar. Buen relato, sobre todo ésa sensación de vida/muerte/vida, que es la dictomía de nuestra existencia.
ah y besos al Fauno, sí, a ESE.
Sos grande amiga! sos muy grande!
Cada vez que te leo me quedo sin palabras, y me siento hasta un poco tonto!. Gracias por tus relatos y por esa mente y esos dedos privilegiados que nos compartes.
Buen cuento... te da perspectiva de cómo se vive el sufrimiento de otro ser y la forma de sobrellevarlo.
Saludos.
Jugar con la muerte de manera mistica, es rico, sustenso, desde luego. Bien, enhora buena Xwoman.
Te tengo una invitación especial, hoy, precisamente hoy. Ha muerto el sueco Ingmar Bergman. He abierto un nicho (post) velatorio en mi blog. Si Bergman te significa algo, me gustaría que vinieras y dejaras una frase ahí. Puedes extender esta invitación a tus amistades blogueras. Gracias.
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