Confesiones de cama
Para mi buen amigo, Alejandro López.
Por siempre, payasito!
Cuando me siento a leer sobre esta enorme cama recuerdo aquellas noches azules. No hay nada mejor que un buen libro. Yo la verdad no soy muy rápida para leer. Y si un libro no me atrapa lo dejo, como dejo todo aquello que no me satisface, que no logra atraparme como mis necesidades lo admiten.
Soy una persona difícil. No me gusta la leche y no me acostumbro a los niños. Detesto que mi hermana llegue a casa con mis sobrinos. Desordenan todo y se la pasan comiendo por comer.
Sé que no soy de buen trato pero aún así tengo varios amigos. Y sí, son buenos amigos. Mi mejor amiga es en extremo coqueta y eso me asusta. Es buena conversadora y le gusta llevar una vida intensa. Yo prefiero la calma, la observación, la crudeza de las cosas. Las vanidades me generan desconfianza.
Una vez estuve a dieta y olvidé comprarme ropa nueva. Una vez me pinté las uñas pero no pude ir al baño. Una vez me puse tacones y no caminé al siguiente día.
Así con la cosa. Por eso me gusta sentarme en esta cama y leer un libro. Siento así, que la vida es sencilla, transparente, que hay calma. Las cosas deben ser simples. Las confusiones me aturden casi tanto como mis sobrinos. Por eso huyo de lo extraño, de lo novedoso, del miedo, de la muerte que sorprende en los peores momentos de tu vida. En fin, la muerte siempre es el peor momento de tu vida. Y no precisamente porque tú acabes bajo una tumba.
El caso es que vengo y leo y cuando leo recuerdo y cuando leo, estoy sola. Me gusta estar sola. Pensar de vez en cuando en los besos que alguna vez tuve; en las noches de horas bellamente consumidas. Ahí pasé los mejores momentos de mi vida. Fragmentos acallados de un capítulo rebelde.
Fui feliz. Lo fui. Despertaba pensado en la emocionante forma de verme, en la apacible calma de nuestro encuentro intangible. Y él se acercaba a mí para tocarme con sus manos y poseerme. Yo nunca me contuve y fui un velerillo desproporcionado en un océano intenso.
Y sí, fui ola hasta el día que me postré como ave sobre su cama. Me besaba el hombro y yo le contaba que las cosas ya no serían iguales que cuando no estuviéramos juntos debía olvidarme. Le decía que leyera muchos libros y que me dejara en paz. Y él me besaba la espalda. Yo le confesaba millones de cosas que nunca le había dicho, para que cuando no estuviéramos juntos supiera lo que nadie jamás ha sabido: que mi primer beso, que mi primera cita, que aquella entrevista de trabajo, que la ira, que mi psicólogo, que el coqueteo, que el escote nunca visto. Y todo mi mundo fue suyo. Yo sabía que el adiós vendría pronto, que su tiempo se acababa minuto a minuto, pero entre alguna medicina, él ya estaba besándome el cuello.
Cuando acabé de confesarle todo me volví insoportable. Creo que me odié tanto como él me quiso. Y ya nunca fui feliz. Se reía, él se reía y mis sobrinos lo adoraban con todas sus fuerzas y desordenaban la cama. Odiaba sus risas absurdas y sonoras. Así que eché a mi hermana. Le pedí que no volviera. Luego me perdonó, pero sólo porque le convenía.
Una noche, me senté junto a él y empecé a confesarle algún estúpido episodio de mi vida…
--¡Cállate! –me dijo.
Vi sus ojos amarillentos desplomarse:
-- ¡Ya cállate y no me jodas!
Y cerré mi boca.
Supe que esa sería la última noche que me besaría. Me acurruqué junto a su pecho y esperé a que se fuera.
Desde entonces me siento sobre esta cama, abro el mismo libro y leo las mismas líneas:
Por siempre, payasito!
Cuando me siento a leer sobre esta enorme cama recuerdo aquellas noches azules. No hay nada mejor que un buen libro. Yo la verdad no soy muy rápida para leer. Y si un libro no me atrapa lo dejo, como dejo todo aquello que no me satisface, que no logra atraparme como mis necesidades lo admiten.
Soy una persona difícil. No me gusta la leche y no me acostumbro a los niños. Detesto que mi hermana llegue a casa con mis sobrinos. Desordenan todo y se la pasan comiendo por comer.
Sé que no soy de buen trato pero aún así tengo varios amigos. Y sí, son buenos amigos. Mi mejor amiga es en extremo coqueta y eso me asusta. Es buena conversadora y le gusta llevar una vida intensa. Yo prefiero la calma, la observación, la crudeza de las cosas. Las vanidades me generan desconfianza.
Una vez estuve a dieta y olvidé comprarme ropa nueva. Una vez me pinté las uñas pero no pude ir al baño. Una vez me puse tacones y no caminé al siguiente día.
Así con la cosa. Por eso me gusta sentarme en esta cama y leer un libro. Siento así, que la vida es sencilla, transparente, que hay calma. Las cosas deben ser simples. Las confusiones me aturden casi tanto como mis sobrinos. Por eso huyo de lo extraño, de lo novedoso, del miedo, de la muerte que sorprende en los peores momentos de tu vida. En fin, la muerte siempre es el peor momento de tu vida. Y no precisamente porque tú acabes bajo una tumba.
El caso es que vengo y leo y cuando leo recuerdo y cuando leo, estoy sola. Me gusta estar sola. Pensar de vez en cuando en los besos que alguna vez tuve; en las noches de horas bellamente consumidas. Ahí pasé los mejores momentos de mi vida. Fragmentos acallados de un capítulo rebelde.
Fui feliz. Lo fui. Despertaba pensado en la emocionante forma de verme, en la apacible calma de nuestro encuentro intangible. Y él se acercaba a mí para tocarme con sus manos y poseerme. Yo nunca me contuve y fui un velerillo desproporcionado en un océano intenso.
Y sí, fui ola hasta el día que me postré como ave sobre su cama. Me besaba el hombro y yo le contaba que las cosas ya no serían iguales que cuando no estuviéramos juntos debía olvidarme. Le decía que leyera muchos libros y que me dejara en paz. Y él me besaba la espalda. Yo le confesaba millones de cosas que nunca le había dicho, para que cuando no estuviéramos juntos supiera lo que nadie jamás ha sabido: que mi primer beso, que mi primera cita, que aquella entrevista de trabajo, que la ira, que mi psicólogo, que el coqueteo, que el escote nunca visto. Y todo mi mundo fue suyo. Yo sabía que el adiós vendría pronto, que su tiempo se acababa minuto a minuto, pero entre alguna medicina, él ya estaba besándome el cuello.
Cuando acabé de confesarle todo me volví insoportable. Creo que me odié tanto como él me quiso. Y ya nunca fui feliz. Se reía, él se reía y mis sobrinos lo adoraban con todas sus fuerzas y desordenaban la cama. Odiaba sus risas absurdas y sonoras. Así que eché a mi hermana. Le pedí que no volviera. Luego me perdonó, pero sólo porque le convenía.
Una noche, me senté junto a él y empecé a confesarle algún estúpido episodio de mi vida…
--¡Cállate! –me dijo.
Vi sus ojos amarillentos desplomarse:
-- ¡Ya cállate y no me jodas!
Y cerré mi boca.
Supe que esa sería la última noche que me besaría. Me acurruqué junto a su pecho y esperé a que se fuera.
Desde entonces me siento sobre esta cama, abro el mismo libro y leo las mismas líneas:
“Te prefiero palabra
o antonomasia de vacío
para insensato encerrarte
entre paréntesis
y hacerte mía” **
o antonomasia de vacío
para insensato encerrarte
entre paréntesis
y hacerte mía” **
**López, Alejandro. "Te prefiero." En: Siempre expuesto al ridículo. 2006. Visceralia Ediciones. Chile.
20 comentarios:
excelente cuento a partir de la poesía del payaso! que excelentes imágenes, esto es hermoso ... me encantó la perspectiva, la interpretación. es un texto impresionante, tremendamente íntimo, y me ha cautivado.
bueno, no solo el texto.
"Cuando acabé de confesarle todo me volví insoportable. Creo que me odié tanto como él me quiso."
Porque aveces, nos volvemos vulnerables ante una persona que nos conoce. Y porque aunque somos lo que somos por el pasado, casi siempre terminamos odiándolo...reprochándole...llorándolo...
Gracias por tus palabras!!!
Andrea
esto es como una versión barata de un pequeño capítulo de una Rayuela... qué dicha que existe este espacio democrático de la net!
Saludos...
cuando entrege todo no me quedo mas que mi propio vacio Marcela y si que es insoportable.
es un texto lleno de pequeñas verdader enmarcadas en una escritura muy bella, muy tuya.
un millar de besos!!!
jejejejeje, gracias usuario anónimo, me creería si le confieso que no he leído Rayuela? sólo un par de capítulos aislados...?
Me gustó mucho eso como se autodefine el personaje, la verdad y muy creativo de tu parte hacer un cuento a partir de una poesía. Besitos y te dejo este blog de una amiga, date la vuelta, esta muy entrañable, ciao Mars.
http://enmetamorfosis.blogspot.com/
Si Literófilo te dice que le gustó el texto, es que el texto está bueno. Yo, como sé menos que Literófilo pero soy más exigente (¿por eso?) te digo que es un buen texto, sin las pretensiones de Rayuela, pero con el calor/distancia de alguna buena literatura costarricense (¿Fabián Dobles?). ¿Cómo están las iguanas? No se pierda, mi querida Woman de poderes equis.
Ya estoy confundida!
:S
EStimado Leonardo, quiero agradecerle sus halagos. Yo sé que ud conoce perfectamente al Payasito, sabe de su literatura y lo que a mí se me dificulta enfrentarme a ella.
Gracias por su aporte, y claro que me encantaría saber qué otra cosa le ha cautivado a parte de mi texto!
:$
waaaaaaa este cuento no te lo había leído nunca ¡genial!
(y yo tampoco he leído Rayuela ¿nos colagarán por eso? :P )
colgarán*
yo leí una rayuela, pero no era la de cortazar. era de otra autora.
Solo sé que estuvo entretenido...
Respecto al comentario de mi post de Querétaro, está muy bien la ciudad como para estar todo un fin de semana completo. Querétaro se le considera la cuna de la Independencia de México y está a solo 2 horas de la Ciudad de México.
Ojalá un día puedas venir a conocerla... yo por lo pronto espero ir a Costa Rica en no más de un año pero seguramente en épocas invernales para que no me toque tanto calor. No soy muy adepto al sol.
Saludos...
Me gusta mucho el blog... me pierdo en las palabras..
Salu2 desde una nevada ciudad!
Usted siempre sorprende con sus textos, cada vez es mejor que la anterior, obviamente que donde está envuelto mi amor yo pierdo objetividad:P igualmente me gustó!
Mars...un cuentillo nuevo, te espero, un besito.
se le extraña mucho, tiquita.
cuidese mucho y regrese sana y salva.
besos, amiga.
Regresé Leonardo, y me siento tan feliz de verlo por acá! :)
Gracias por venir, por ESTAR
Lo extraño, lo novedoso, puede a veces aterrar... pero no por eso se deben evitar... los cambios son construcciones hacia lo anteriormente desconocido, pero de eso se trata: de construir, crecer, continuar...
Hermoso texto!
Lo extraño, lo novedoso, puede a veces aterrar... pero no por eso se deben evitar... los cambios son construcciones hacia lo anteriormente desconocido, pero de eso se trata: de construir, crecer, continuar...
Hermoso texto!
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