jueves, septiembre 06, 2007

Análisis psicológico

Jamás pensé salir tan joven de casa, de pronto sentí que era libre y me fui a la ciudad, mientras trataba de que no me siguiera el recuerdo de aquellas agónicas sonrisas de Paulita y los demás jugando en la cascada.

Conseguí trabajo en un supermercado y de milagro no me tiré al subgerente con esa carita tan mona; es que siempre lo salvaba la campana, sí, literalmente, sobretodo la primera vez, pues antes de consumar el acto, sonó el timbre para comer, y ¡ja!, yo no perdono la cena. Lo lamentable fue que los futuros intentos resultaron igualmente infructuosos.

Claro que me descubrieron y me fui a un McDonalds. Engordé tres kilos. Era lógico, tantos McBig me tenían al borde de un colesterol alarmante. Pero ahí me porté bien porque ya era hora de sentar cabeza. Pero bueno, una a veces olvida esas responsabilidades sociales y ni modo, me encontraron husmeando en la caja, lástima, porque no pude robarme ni un peso. ¿Pero qué les iba a importar a esos imperialistas de la chatarra?, ¡nada!

Eso no acabó con mi carrera. Pronto decidí irme a las calles a vender chicles y cigarrillos entre los automovilistas. ¡Bah! ¡Qué estupidez! No ganaba mucho y así fue como por fin me convencieron y no tuve más remedio que venderla y venderla, nunca probarla, bueno, una o dos veces por semana, solamente.

Fui feliz, usted me dirá que no, pero sí. En medio de todo, la pasaba bien con los delincuentes y las muchachas de las esquinas, eso sí, yo nunca me dejé tocar de quien no me diera la gana. El que me trataba de conquistar a la fuerza se las veía con la más brava. Yo ladrona, miserable y borracha pero ¿puta?... ¡Nunca!

Y así pasé los mejores años de mi vida, vendiendo la mota y dejándome morir como perro, pero Dios, que es grande, me trajo a este lugar para impedirlo.

Aquí la vida no es fácil y estoy pagando cada una de mis alocadas decisiones.

No fui violada ni golpeada de niña, tuve una infancia feliz al lado de mis hermanos, mi madre era maestra y mi padre un pobre empleado del correo. No hubo nada en la vida que me llevara a hacer lo que hice. Nada. Solo algo, quizás, marcó mi existencia, aquellas agónicas sonrisas de Paulita mientras jugábamos a sumergirla en la cascada.

11 comentarios:

Leonardo Azul dijo...

esta micronovela la he leído y releído miles de veces. después de mucho darle vueltas al asunto, creo que le quitaría el primer "agónicas", eso lo dejaría solo para la frase final. aunque yo jamás cerceno textos, es solo una sugerencia demasiado tardía.

jajajajajajaj y sigue sin indicar que estas nanonovelas pertenecen a su libro, pesadita!

para los que pasen, esta novela es la decimoséptima de un libro titulado "Asesinato por Madurez", 2007, ediciones estoESirreal. comparte páginas con otras como "solterita", "de faunos y ninfas", "el pervertido" ...

en fin. besos.

Amorexia. dijo...

Ay mae! ay mae! sabés que?! te voy a dar un premio (creo que lo es) improvisado, sin duda alguna, y no en desmerito de nadie, este tu blog, es mi blog favorito! Las sonrisas de Paulita! genial!

xwoman dijo...

Gracias Amorexia! jajaj
Un saludo!

Johanna dijo...

wwwooowwwww!!

ya quiero leer mas!!! derepente y tu blog es como un vicio!! un buen vicio!!

te echo de menos monita!!

un beso!!!!

Rockfo dijo...

quien trabaja en Mc Donalds... realmente hay que ser .u.a para eso


Salu2

Mariel Ramírez Barrios dijo...

Que maravilla.Sin palabras.Chapó para tí.y Un beso.

pio dijo...

Buenísimo.

Andrés A. Villalobos Vargas dijo...

que bueno estuvo eso!
que bueno que descubrí este blog!

saludos nena! desde las fronteras disocionales de la mente...

Carmen dijo...

Una preciosidad de relato, pero de dureza singular.

Carmen dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Danilo Mora dijo...

Sin palabras amiga. No me pude despegar del texto, cuando llegué al final me di cuenta que no había respirado desde el inicio.

Tienes un don para contar las cosas frías y crudas, como si fueran normales y cálidas.

REALMENTE ME SORPRENDISTE!