La última de sus muertes...
Uno a veces está en el cielo y no se entera. Permanece indiferente a las pequeñeces y apático a los detalles que realmente importan hasta que una luz o una ráfaga, un punto lejano o un insecto nos sorprenden y despertamos como niños que nacen e intentan ver a pesar de las luces incandescentes.
Como niños, eso mismo, debemos descubrir el mundo o los mundos desconocidos, los paralelos, los lejanos o disolutos en algún rincón ocultísimo del planeta y lograr entonces una sensación de bienestar indescriptible o al menos invaluable. Eso es vida.
Aunque uno se muera, lo importante es no olvidarse de nada. Es decir, retenerlo todo, aprisionarlo por más ínfimo que parezca, por más vacío que haya. Todo, incluso la nada, tiene una significación, siquiera una palabra de cuatro letras: Algo/nada. Nada/algo. Y entonces el aire, el hambre y el amor tienen sentido después de todo.
Sorprenderse es amarse nuevamente, descubrir en uno el maravilloso secreto de que algo nuevo o viejo existe para enriquecernos hasta que el yo niño se dé cuenta de que lo ha visto todo (al menos lo esencial) y pueda envolverse nuevamente en feto para recibir a la última de sus muertes en este mundo.
3 comentarios:
Excelente texto para iniciar el día... Saludos.
No pierdas nunca esa capacidad de ver todas las cosas trascendentes e intrancendentes con la seriedad conque mirabas todo cuando eras niña, así nunca dejarás de sorprenderte.
Me alegro el corazón tu escrito. Gracias.
Saludos desde mi hora mas oscura.
Amiga, en mi blog te deje un reto.
Saludos desde mi hora mas oscura.
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