lunes, abril 13, 2015

ROMINA


Y así fue como Romina entendió que hay sabores más placenteros que otros. Si su lengua solo conocía el amargo, ¿cómo iba a saber que le gustaría tanto el dulce?

Pocos años después Romina se topó casualmente con su viejo amor. Estaba tendido sobre una banqueta de la Plaza Mayor. Tenía canas y no se le veía bien en general. Parecía tener frío y ella sintió lástima. Ya no había más que eso.

Recordó entonces aquella noche en que después de haberla rasguñado y obligado, huyó despavorida por el puerto y fue rescatada por una mujer que pasaba por ahí. Al llevarla a su casa le dio leche con miel y su paladar conoció algo nuevo. Aquella mujer toda, era algo nuevo. Muchos hombres venían a visitarla y la trataban bien. “Madame” le decían, mientras Romina ronroneaba y aprendía sobre el amor.

Después de esos recuerdos, volvió su mirada hacia el pobre gato moribundo y se dio cuenta que ya había olvidado a qué sabe la amargura.

1 comentario:

DE-PROPOSITO dijo...

Estive por aqui.
E, desejo felicidades.