Lolita*
Llegué a casa temprano. Había demasiado silencio. Las luces apagadas y esa extraña sensación de calma antes de una tormenta. Encendí una de las lámparas de la sala. Al hacerlo, por el rabillo del ojo distinguí una sombra que pasó por una de las puertas. Me asustó. Fui hasta la cocina y busqué dentro del cajón el cuchillo grande de la carne. No estaba. No revolví demasiado. Agarré el de cortar pan y me di vuelta. Lo tomé fuerte con las dos manos. Entonces oí un sollozo. Comprendí que algo malo estaba sucediendo. Temí por Lucas y por mi hija.
Caminé en la oscuridad, lenta, temblorosa. Llegué al cuarto de Lolita. No estaba en su cama. De inmediato corrí a nuestra pieza. La puerta estaba entreabierta. Con el pie la fui empujando. Un ruido eterno a engranaje mal aceitado y mis deseos de silencio me pusieron la piel de gallina. No obstante, antes de abrirse por completo, ingresé. Y en la cama… la visión más espantosa de mi vida. Allí estaba Lucas, con la cabeza ladeada, los ojos abiertos. Su cuello tenía un tajo y la sangre todavía no coagulada seguía saliendo. Su cuerpo temblaba. Contuve mi grito de terror y me obligué a seguir. "Dios, que no le haya pasado nada a mi hija". Entonces la vi. Estaba al pie de la cama, con la cabeza entre las piernas, toda acurrucada y con su ropa ensangrentada. Corrí hasta ella… pero me detuve cuando vi en su mano el cuchillo que faltaba en la cocina. Me quedé paralizada. No podía ser. No era posible. Ella levantó su mirada y me observó. Nuestros ojos se enfrentaron. No sabía qué hacer.
Ella se incorporó lentamente hasta quedar de rodillas sobre el colchón. Extendió su mano con el cuchillo hacia mí y dijo: ¿Es que no me lo iban a decir nunca? Se bajó de la cama. En ningún momento desvío su mirada. Yo permanecía quieta, todavía sin asimilar la muerte de Lucas. Se detuvo a centímetros y me clavó el metal en el estomago. Sentí frío. Y miedo. No a morir. Miedo a no importarme nada. ¿Me salía sangre de la boca? Quizás.
Todavía con dolor en el vientre, le pegué con el mango de mi cuchillo en la cara, dos, tres veces. Cayó al suelo. Seguía siendo una niña de 7. Me agaché sobre ella y la acuchillé en el pecho. Le traspasaba sus débiles costillas como manteca. Sus pulmones, su corazón. Me miraba. Antes de morir, se lo dije. "¿Es lo que querías saber? Maldita". Y la asfixié con mis manos en su cuello. Luego caí sobre ella. Y mientras la oscuridad también se apoderaba de mi vida, en agónicos susurros se lo seguí repitiendo hasta el olvido. Sos adoptada… adoptada… adopt……
* Este es un cuentito que hice** hace mucho tiempo para un concuroso*** de dudosa procedencia en alguna, tambien dudosa, página virtual.
**Colaboración y Edición de Lucas Cohen.
***Aún no sé en qué lugar quedé! jajajajjajajaj..
:P
7 comentarios:
ya aprendi, mira:
aaaiiiinnnnssss!!! (jojojojojo)
que bien escrito esta tu cuento!!
me quede sin que decir! (y eso es casi imposible en mi que soy cotorrera)
hay verdades dolorosisisismas, creo que para algunas no son suficientes las explicaciones.
besitos!!
Este festival de poesía me tuvo consumado pero acá estamos. El cuento: Me gustó mucho, no sé sí es nanocuento o no, pero está muy bueno, lo que rescato y eso (saando pecho)hablaba con Juan Bonilla escritor español que ganó el Biblioteca Breve, charlabamos entre copas de vino, que uno puede ser profundo utilizando un lengua como el tuyo, quiero decir, sencillo, fresco, legible ni pretencioso, y es por eso me fascina tu pluma, Esperemos como nos va. Igual a mi me pasó con un concurso UNA PALABRA, mierda de concurso puto culiados ja ja ja, no gané aunque si estaba flijito el cuentario. ¿Te veo hoy en la noche? Besitos.
te veo hoy en la noche?
guaaaarrr que envidia, carajo.
Te veo hoy en la noche???? No creo, porque hoy en la noche me veo con Leonardo.
Wow..... que genial cuento!!!!!!!!!! me dejaste frío.
Me gusta como escribes cosas sangrientas jajaa son geniales, probablemente ganaste el concurso.
Por eso siempre hay que decir la verdad!!!
un parentesis, la foto-ninfa de la derecha al entrar a tu blog, cada vez q llego se q nos conocemos y siento como me mira y sonrie, que de cosas verdad...
Estoy aqui pensando sobre tu post, y me digo debo comentar algo inteligente, pero es tan abrumador el texto q mejor te pienso serena libre e imaginativa...
Magnífico y horrendo, la maldición por perder al maldito hombre y ensañarse con una niña, sin que la misma respondiera mas que con un acto maldito.
Me tocaste el alma, este es quizás el mas maldito de tus cuentos.
Excelente.
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