El grito
Yo no sé cómo no me atreví... lo tenía en la punta de la lengua... me estaba estrangulando y ¡nada! No lo solté... quise decirle que lo amaba... pero me daba asco. Quise decirle que recordaba sus caricias como espinas dolorosas y que, en lugar de besos, sentía culpa.
Quise decirle que aquella tarde, los tres juntos, había sido inolvidable, traté de expresarle mis ansias de volver al carrusel... pero tuve miedo: ¡de pronto!... la agonía, un metal duro que vibraba en mis adentros... una grieta... un desgarre y mi grito, ahogado, inexistente. Una lágrima...
4 comentarios:
Terrible relato de la perdida de la inocencia, que repta, se adhiere, se aferra mientras el maldito como metal se atreve a llevarselo arrancado. Terrible! Nefasto! Hasta a mi me parecio mucho! demasiado bueno!
estuvo rudo el relato...
Duro, muy duro.
Ya al fin rendí honor al reto que me dejó, señorita.
Vacilon amiga, me gusta me gusta ajujaaaa
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